viernes, 1 de junio de 2012

El tiempo pasa y te invita a que lo acompañes

A todos mis compañeros: 40 aniversario del ascenso a división de honor. (2012)

El tiempo pasa y te invita a que lo acompañes, no se puede rechazar la invitación ¡ay de los que lo hacen! Es una invitación con fecha de caducidad. Cuarenta cinco años han pasado desde que un grupo de alumnos que estudiábamos en Colegio del Pilar de los Hermanos Maristas en Vigo, decidimos apuntarnos a un deporte del que desconocíamos todo, se llamaba Balonvolea. El Colegio del Pilar sigue ahí, los alumnos seguimos ahí, viajando y aprendiendo en el tiempo, y el equipo que inicialmente se llamó El Pilar sigue ahí, si difícil es llegar muy difícil es mantenerse: mi reconocimiento a todos los que han conseguido que, cuarenta años después del ascenso primera división, lo que un grupo de chavales empezaron siga ahí.

Todavía conservo: la insignia de la ciudad que nos entregó el alcalde con motivo del ascenso y que llevo siempre en el ojal de mi chaqueta; un llavero de plata que, en el anverso, lleva grabada una jugada de voleibol y, en el reverso, la inscripción “Mérito al ascenso a primera división. Año olímpico 1972”; algunas camisetas, entre ellas, una de los inicios del equipo “El Pilar” con la cruz de Santiago bordada en el pecho; y un recorte de prensa con la crónica del segundo ascenso del equipo.

Más, mucho más valioso que lo que conservo es lo que recuerdo: un grupo de compañeros, no todos éramos amigos y sí compañeros, que en la atrasada España de finales de los sesenta e inicios de los setenta, cuando no había internet, ni móviles, ni varias cadenas de televisión, y viajar era un lujo y Vigo era un pueblo grande, trabajador y poco formado tuvimos la oportunidad de estudiar en un buen Colegio, eso sí, religioso y de pago; de practicar deporte, vivir un sueño, y llegar a jugar en división de honor contra el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético de Madrid etc.; de salir de Galicia y conocer otras ciudades de España y Portugal viajando en tren, en avión y, cuando no había dinero, en autobús; de relacionarnos con otras gentes y otros ambientes; y, en definitiva, de tocar con la mano lo que hasta entonces solo veíamos en la televisión, oíamos en la radio o leíamos en los libros. Fuimos unos privilegiados y no lo supimos. Éramos unos críos y todo nos ilusionaba y asombraba.

A nosotros, en aquél momento, sin pedirlo y sin ser conscientes de ello el tiempo nos entregó una invitación: nos invitaba a cursar nuestro particular “Erasmus”, nos estábamos formando como personas y, en lo que a mí concierne, parte de lo que soy para lo bueno y para lo malo, se lo debo a todo lo que he leído y a aquél “Erasmus”. Sin duda que todos lo hemos aprobado y hemos “progresado adecuadamente”.

Dicen que uno nunca debe volver a donde fue feliz porque ya nada será igual y, tal vez sea cierto, aún así no me importa estaría dispuesto a volver y repetir el “Erasmus”. Yo fui feliz y seguro que mis compañeros fueron felices.

Salud, libertad y felicidad para todos.

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